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martedì 29 maggio 2018

Charles Bukowski - Women 1978 Cover Book

Women is a 1978 novel written by Charles Bukowski, starring his semi-autobiographical character Henry Chinaski. In contrast to Factotum, Post Office and Ham on Rye, Women is centered on Chinaski's later life, as a celebrated poet and writer, not as a dead-end lowlife. It does, however, feature the same constant carousel of women with whom Chinaski only finds temporary fulfillment.

lot

Women focuses on the many dissatisfactions Chinaski faced with each new woman he encountered. One of the women featured in the book is a character named Lydia Vance; she is based on Bukowski's one-time girlfriend, the sculptress and sometime poet Linda King. Another central female character in the book is named "Tanya" who is described as a 'tiny girl-child' and Chinaski's pen-pal. They have a weekend tryst. The real-life counterpart to this character wrote a self-published chapbook about the affair entitled "Blowing My Hero" under the pseudonym Amber O'Neil. The washed-up folksinger "Dinky Summers" is based on Bob Lind.
In the book, Chinaski's nickname is Hank, which was one of Bukowski's nicknames.

Cover art

Bukowski himself drew the picture of the girl on the cover of the book.

Publication

The book was simultaneously published in Australia by Wild and Woolley, who bought a chunk of the first Black Sparrow Press print run.

Influences

When asked his favorite author, Chinaski responds, "Fante." John Fante was a major influence on Bukowski. In 1980, he wrote the introduction for the reprint of Fante's 1939 novel Ask the Dust.



Donne è un romanzo quasi autobiografico del poeta e scrittore statunitense Charles Bukowski. Scritto in prima persona, il romanzo narra le vicende di Henry Chinaski, alter ego dello scrittore.
Il romanzo, esplicitamente erotico, è strutturato in brevi storie, e ripercorre una lunga serie di storie sentimentali tumultuose, con allo sfondo un'esistenza randagia, segnata da maratone alcoliche, assillata dalla ricerca di denaro, vissuta sempre e rigorosamente "on the road" nello stile tipico di Bukowski.

Donne

  • La baciai. Baciarsi è più intimo che scopare. Ecco perché non mi è mai piaciuto che le mie donne andassero in giro a baciare altri uomini. Preferirei che se li scopassero.
  • Eppure le donne, le donne che valevano qualcosa, mi spaventavano perché finivano col volere la mia anima, e io volevo tenere per me quello che ne restava.
  • Non si poteva sottovalutare il pubblico ma non bisognava nemmeno leccargli il culo. C'era una via di mezzo, e bisognava trovarla. (p. 153)
  • Vuoi dire che vivi per scrivere? UNO, mi limito a esistere. Poi cerco di ricordare e buttar giù un po' di cose. (p. 199)
  • Voglio essere sepolto vicino all'ippodromo... per sentire la volata sulla dirittura d'arrivo. (p. 285)
  • Mettiamola cosi: per me tu sei la numero uno, e non c'è nemmeno una numero due. (p. 297)
  • Ecco il problema di chi beve, pensai, versandomi da bere. Se succede qualcosa di brutto si beve per dimenticare; se succede qualcosa di bello si beve per festeggiare; e se non succede niente si beve per far succedere qualcosa.
  • Prendetemi la donna, ma lasciatemi stare la macchina.
  • Presi la bottiglia e andai in camera mia. Mi spogliai, tenni le mutande e andai a letto. Era un gran casino. La gente si aggrappava ciecamente a tutto quello che trovava: comunismo, macrobiotica, zen, surf, ballo, ipnotismo, terapie di gruppo, orge, ciclismo, erbe aromatiche, cattolicesimo, sollevamento pesi, viaggi, solitudine, dieta vegetariana, India, pittura, scrittura, scultura, composizione, direzione d'orchestra, campeggio, yoga, copula, gioco d'azzardo, alcool, ozio, gelato di yogurt, Beethoven, Bach, Budda, Cristo, meditazione trascendentale, succo di carota, suicidio, vestiti fatti a mano, viaggi aerei, New York City, e poi tutte queste cose sfumavano e non restava niente. La gente doveva trovare qualcosa da fare mentre aspettava di morire. Era bello avere una scelta. Io l'avevo fatta da un pezzo, la mia scelta. Alzai la bottiglia di vodka e la bevvi liscia. I russi sapevano il fatto loro.
  • «Umanità, mi stai sul cazzo da sempre». Ecco il mio motto.

 Henry Chinaski, c'est Bukowski lui-même, un écrivain alcoolique et grand amateur de femmes. Elles défilent dans ce récit, véritables créatures felliniennes : Lydia Vance qui se révèle d'une jalousie féroce, Mercedes la capiteuse, Dee Dee la mère célibataire, Joanna la camée, Katherine la Texane incendiaire, et bien d'autres encore; les occasions pleuvent sur un poète en vogue !

La norme est triste pour Bukowski, alors vive les mots orduriers, l'ivresse et la débauche sexuelle !

Le célèbre auteur des Contes de la folie ordinaire crie à nouveau son mal de vivre, son désir sans cesse renaissant de tendresse et de sexe.


On ne fait que "ça" dans Women. Entre deux séances de papouilles libidineuses, on ne pense ni ne rêve à autre chose. Ce ne sont que langues qui se frôlent, sexes qui se joignent, mains qui pelotent et caressent, orgasmes, jouissances. Mr. Chinaski est devenu célèbre. Les femmes lui tombent dans les bras. Les cuistres diront que Buko est un Casanova phallocrate ou un Henry Miller atteint de priapisme... C'est du très grand Bukowski.


 Mujeres es una novela del escritor norteamericano Charles Bukowski, publicada en 1979 por la editorial Black Sparrow Press, y en castellano por la editorial Anagrama S.A. en 1994, y traducida por Jorge Berlanga. Narra las andanzas del protagonista Henry Chinaski(el alter ego del propio escritor), y su proceso de autoconocimiento que lo conducen al verdadero amor después de-en palabras del crítico Fulvio Stinchelli1​-una verdadera maratón sexual con incontables mujeres, la gran mayoría jóvenes; todo acompañado de un irreductible alcoholismo pródigo en borracheras que ponen al protagonista en situación desmedrada frente a sus amantes. La novela está escrita en primera persona en un estilo claro y directo, describiéndose los actos sexuales en forma bastante explícita.

El protagonista

El protagonista, Henry Chinaski, es un tipo de unos 60 años, separado de su mujer, y con un hijo. Es un sujeto solitario que rehúye a la gente y a los otros escritores. Después de haber sido empleado de correos ha alcanzado cierta notoriedad literaria como poeta. Se siente muy frustrado en relación a las mujeres, pues en 5 años no ha logrado hacer amigas y menos establecer una relación sentimental con alguna. Su nueva fama literaria le granjea la oportunidad de volver a relacionarse en el plano sexual con ellas: la mayoría jóvenes-solteras, separadas, drogadictas, prostitutas, excéntricas, desequilibradas, siendo un muestrario variopinto de personalidades, actividades, virtudes y defectos.
Chinaski no se explica la razón de su voraz libido y su extrema necesidad de mujeres. No encuentra otra explicación a su comportamiento que un oscuro deseo de escapar a la muerte y encontrar el amor verdadero. Está consciente de que sólo las quiere por el rato, pero a la vez desea encontrar el cariño estable de una de ellas. Se siente dominado por su apetito sexual, un verdadero tirano interior que lo lleva a involucrarse indiscriminadamente con las numerosas mujeres que se le ofrecen; relaciones que suelen ponerlo en situaciones tragicómicas, ya sea por la interferencia de sus amantes despechadas o por la emergencia en ellas de rasgos de personalidad chocantes. Chinaski no se cuestiona acerca de las posibles consecuencias de su vida promiscua: el embarazo no deseado y las enfermedades de transmisión sexual(la novela está ambientada en una época previa a la aparición del SIDA). Rara vez reflexiona acerca de la moralidad de su actitud, postura que cambiará al final de la novela.
Chinaski, a través de casi toda la novela, no lucha por dominar a su tirano, si no que le da rienda suelta, ejerciéndolo sin trabas ni remordimientos; sólo al final, al encontrar a Sara, y reconocer en ella el verdadero amor, cambia de actitud y decide ponerle un freno. En varias ocasiones hace un lamentable papel amatorio al mezclar la bebida con el sexo.

Argumento

La primera mujer con la que se relaciona en su nueva etapa de escritor es Lidia Vance, de la cual cree enamorarse. Lidia tiene 20 años menos que él y es una mujer exigente en lo sexual. Tiene una hija pequeña de unos 6 años. La relación es tormentosa, en parte por el fuerte apetito sexual de Lidia, en parte por la afición de él por el alcohol. Lidia adopta una actitud posesiva y rompen una y otra vez. Su tormentosa relación se caracteriza por escandalosas escenas de celos(Lidia intenta atropellarlo y le da de golpes a él y a sus rivales). Se separan finalmente. Luego, Chinaski se relaciona con Dee Dee Bronson, una editora. Dee Dee siente aprecio por él y se enamora. Pasean juntos, pero Chinaski la deja pronto, nuevamente por Lidia. Dee Dee intenta suicidarse con un frasco de somníferos y Chinaski debe afrontar su resentimiento. Sigue la maratón sexual: Chinaski conoce a una sucesión de mujeres- jóvenes algunas, más maduras otras-, pero Lidia se las espanta pronto, protagonizando violentos altercados. Chinaski conoce a Katherine y se enamora sinceramente de ella, pero pronto comprueba que ésta sólo ha querido sexo con él, despidiéndose y dejándolo apesadumbrado. Después conoce a Tammie, una pelirroja drogadicta, impredecible, que lo pone en situaciones incómodas, al acosar a sus amigos enfrente de él. Rompen debido a las infidelidades de ella. Cecilia, la viuda de un escritor amigo recientemente fallecido, rechaza sus requerimientos, lo que hiere su ego de macho despechado, aflorando-aunque Chinaski no suela ser así-su ironía y su sarcasmo hacia ella. Al final, después de relacionarse con múltiples mujeres, incluyendo prostitutas, conoce a Sara, con la que se empareja, reconociendo en ella a la mujer que busca. Con ella pone fin a su ciclo promiscuo.2

Conclusión

El protagonista concluye que su actitud promiscua es lesiva hacia las mujeres que ha ido conociendo, al encender la pasión en ellas e involucrarlas sentimentalmente-en cierto momento se encuentra ante la imposibilidad de responder a un triple compromiso del Día de Acción de Gracias con tres mujeres que se han enamorado de él después de haber tenido sexo en forma paralela. Concluye que tiene que haber un mínimo de lealtad en el amor, pues nada saca con tener sexo con un montón de mujeres si en el fondo sigue estando solo.


“‘You been married?’

‘Yes.’

‘What happened?’

“‘Mental Cruelty,'” according to the divorce papers.’

‘Was it true?’ she asked.

‘Of course: both ways.'”


“I found Pete and Selma. Selma looked great. How did one get a Selma? The dogs of this world never ended up with a Selma. Dogs ended up with dogs.”


“Education was the new god, and educated men the new plantation masters.”

“We split up at least once a week – ‘Forever’ – but always managed to make up, somehow. She had finished sculpting my head and had given it to me. When we’d split I’d put the head in my car next to me on the front seat, drive it over to her place and leave it outside her door on the porch. Then I’d go to a phone booth, ring her up and say, ‘Your goddamned head is outside the door!’ That head went back and forth….”

“‘You don’t understand. I’m going to be great. I have more potential than you have!’

‘Potential,’ I said, ‘doesn’t mean a thing. You’ve got to do it. Almost every baby in a crib has more potential than I have.'”


“When I was drunk and Lydia was insane we were nearly an equal match.”



“I disliked weekends. Everybody was out on the streets. Everybody was playing Ping-Pong or mowing their lawn or polishing their car or going to the supermarket or the beach or to the park. Crowds everywhere. Monday was my favorite day. Everybody was back on the job and out of sight.”


“Dee Dee poured another glass of wine. It was good wine. I liked her. It was good to have a place to go when things went bad. I remembered the early days when things would go bad and there wasn’t anywhere to go. Maybe that had been good for me. Then. But now I wasn’t interested in what was good for me. I was interested in how I felt and how to stop feeling bad when things went wrong. How to start feeling good again.

‘I don’t want to fuck you over, Dee Dee,’ I said. ‘I’m not always good to women.’

‘I told you I love you.’

‘Don’t do it. Don’t love me.’

‘All right,’ she said, ‘I won’t love you, I’ll almost love you. Will that be all right?’

‘It’s much better than the other.’

We finished our wine and went to bed….”



“Still, I kept thinking about Lydia. The good parts of our relationship felt like a rat walking around and gnawing at the inside of my stomach.”


“Donny brought the drink and he and Dee Dee talked. They seemed to know the same people. I didn’t know any of them. It took a lot to excite me. I didn’t care. I didn’t like New York. I didn’t like Hollywood. I didn’t like rock music. I didn’t like anything. Maybe I was afraid. That was it – I was afraid. I wanted to sit alone in a room with the shades down. I feasted upon that. I was a crank. I was a lunatic. And Lydia was gone.”



“There is nothing worse than being broke and having your woman leave you. Nothing to drink, no job, just the walls, sitting there staring at the walls and thinking. That’s how women got back at you, but it hurt and weakened them too. Or so I like to believe.”


“Dee Dee knew that what happened to one happened to most of us. Our lives were not so different – even though we liked to think so.”


“I disliked weekends. Everybody was out on the streets. Everybody was playing Ping-Pong or mowing their lawn or polishing their car or going to the supermarket or the beach or to the park. Crowds everywhere. Monday was my favorite day. Everybody was back on the job and out of sight.”


“Dee Dee poured another glass of wine. It was good wine. I liked her. It was good to have a place to go when things went bad. I remembered the early days when things would go bad and there wasn’t anywhere to go. Maybe that had been good for me. Then. But now I wasn’t interested in what was good for me. I was interested in how I felt and how to stop feeling bad when things went wrong. How to start feeling good again.

‘I don’t want to fuck you over, Dee Dee,’ I said. ‘I’m not always good to women.’

‘I told you I love you.’

‘Don’t do it. Don’t love me.’

‘All right,’ she said, ‘I won’t love you, I’ll almost love you. Will that be all right?’

‘It’s much better than the other.’

We finished our wine and went to bed….”


“Still, I kept thinking about Lydia. The good parts of our relationship felt like a rat walking around and gnawing at the inside of my stomach.”


“Donny brought the drink and he and Dee Dee talked. They seemed to know the same people. I didn’t know any of them. It took a lot to excite me. I didn’t care. I didn’t like New York. I didn’t like Hollywood. I didn’t like rock music. I didn’t like anything. Maybe I was afraid. That was it – I was afraid. I wanted to sit alone in a room with the shades down. I feasted upon that. I was a crank. I was a lunatic. And Lydia was gone.”


“There is nothing worse than being broke and having your woman leave you. Nothing to drink, no job, just the walls, sitting there staring at the walls and thinking. That’s how women got back at you, but it hurt and weakened them too. Or so I like to believe.”
 
“Dee Dee knew that what happened to one happened to most of us. Our lives were not so different – even though we liked to think so.”

“Pain is strange. A cat killing a bird, a car accident, a fire….Pain arrives, BANG, and there it is, it sits on you. It’s real. And to anybody watching, you look foolish. Like you’ve suddenly become an idiot. There’s no cure for it unless you know somebody who understands how you feel, and knows how to help.”



“The worst thing for a writer is to know another writer, and worse than that, to know a number of other writers. Like flies on the same turd.”



“Dee Dee ordered another round of drinks. ‘Why can’t you be decent to people?’ she asked.
‘Fear,’ I said.”



“She kissed me and left. I turned off the t.v. and opened another beer. Nothing to do on this island but get drunk. I walked to the window. On the beach below Dee Dee was sitting next to a young man, talking happily, smiling and gesturing with her hands. The young man grinned back. It felt good not to be part of that sort of thing. I was glad I wasn’t in love, that I wasn’t happy with the world. I liked being at odds with everything. People in love often become edgy, dangerous. They lose their sense of perspective. They lose their sense of humor. They become nervous, psychotic bores. They even become killers.”



“‘Did you write today?’
‘A little.’
‘Was it good?’
‘You never know until 18 days later.'”



“I was naturally a loner, content just to live with a woman, eat with her, sleep with her, walk down the street with her. I didn’t want conversation, or to go anywhere except the racetrack or the boxing matches. I didn’t understand t.v. I felt foolish paying money to go into a movie theatre and sit with other people to share their emotions. Parties sickened me. I hated the game-playing, the dirty play, the flirting, the amateur drunks, the bores.”
“‘How can you learn anything about people if you don’t meet them?’
‘I already know all about them.’
‘Even when we go out to eat in a restaurant, you keep your head down, you don’t look at anybody.’
‘Why make myself sick?’
‘I observe people,’ she said, ‘I study them.’
‘Shit!’
‘You’re afraid of people!’
‘I hate them.’
‘How can you be a writer? You don’t observe!’
‘O.K., I don’t look at people, but I earn the rent with my writing. It beats tending sheep.’
‘You’re not going to last. You’ll never make it. You’re doing it all wrong.’
‘That’s why I’m making it.’
‘Making it? Who the hell knows who you are? Are you famous like Mailer? Like Capote?’
‘They can’t write.’
‘But you can! Only you, Chinaski, can write!’
‘Yes, that’s how I feel.’
‘Are you famous? If you went to New York City, would anybody know you?’
‘Listen I don’t care about that. I just want to go on writing. I don’t need trumpets.’
‘You’d take all the trumpets you could get.’
‘Maybe.’
‘You like to pretend you’re already famous.’
‘I have always acted the same way, even before I wrote.’
You’re the most unknown famous man I ever met.'”
“‘Well,’ she said, ‘are you frightened?’
‘Not so much anymore. I like you.’
‘You look much better than your photos,’ she said. ‘I don’t think you’re ugly at all.’
‘Thanks.’
‘Oh, I don’t mean you’re handsome, not the way people think of handsome. Your face seems kind. But your eyes – they’re beautiful. They’re wild, crazy, like some animal peering out of a forest on fire. God, something like that. I’m not very good with words.'”



“Lydia’s tone had suddenly calmed down. I felt better. Her violence frightened me. She always claimed that I was the jealous one, and I was often jealous, but when I saw things working against me I simply became disgusted and withdrew. Lydia was different. She reacted. She was the Head Cheerleader at the Game of Violence.”



“Two policemen stood at the door.
‘Hello,’ I said.
‘We’re answering a disturbance of the peace call.’
‘Just a little family argument,’ I said.
‘We’ve got some details,’ said the cop standing closest to me. ‘There are two women.’
‘There usually are,’ I said.
‘All right,’ said the first cop. ‘I just want to ask you one question.’
‘O.K.’
‘Which of the two women do you want?’
‘I’ll take that one.’ I pointed to Lydia sitting in the chair, all pissed over herself.
‘All right, sir, are you sure?’
‘I’m sure.’
The cops walked off and there I was with Lydia again.”



“Few beautiful women were willing to indicate in public that they belonged to someone. I had known enough women to realize this. I accepted them for what they were, and love came hard and very seldom. When it did it was usually for the wrong reasons. One simply became tired of holding love back and let it go because it needed some place to go. Then usually, there was trouble.”



“I was in love again, I was in trouble…”



“‘I don’t want to interfere with your writing.’
‘There’s no way I can stop writing, it’s a form of insanity.'”



“The beginning of a relationship was always the easiest. After that the unveiling began, never to stop.”



“There was something to be learned about writing from watching boxing matches or going to the racetrack. The message wasn’t clear but it helped me. That was the important part: the message wasn’t clear. It was wordless, like a house burning, or an earthquake or a flood, or a woman getting out of a car, showing her legs. I didn’t know what other writers needed; I didn’t care, I couldn’t read them anyway.”



“I’ve got to get back to the typewriter, I thought. Art takes discipline. Any asshole can chase a skirt.”
“There is a problem with writers. If what a writer wrote was published and sold many, many copies, the writer thought he was great. If what a writer wrote was published and sold a medium number of copies, the writer thought he was great. If what a writer wrote was published and sold very few copies, the writer thought he was great. If what the writer wrote never was published and he didn’t have the money to publish it himself, then he thought he was truly great. The truth, however, was that there was very little greatness. It was almost nonexistent, invisible. But you could be sure that the worst writers had the most confidence, the least self-doubt. Anyway, writers were to be avoided, and I tried to avoid them, but it was almost impossible. They hope for some sort of brotherhood, some kind of togetherness. None of it had anything to do with writing, none of it helped at the typewriter.”



“Once a woman turns against you, forget it. They can love you, then something turns in them. They can watch you dying in a gutter, run over by a car, and they’ll spit on you.”



“That night I gave another bad reading. I didn’t care. They didn’t care. If John Cage could get one thousand dollars for eating an apple, I’d accept $500 plus air fare for being a lemon.”



“That’s the problem with drinking, I thought, as I poured myself a drink. If something bad happens you drink in an attempt to forget; if something good happens you drink in order to celebrate; and if nothing happens you drink to make something happen.”



“‘None of us quite know how to use sex, what to do with it,’ I said. ‘With most people sex is just a toy – wind it up and let it run.’
‘What about love?’ asked Valerie.
‘Love is all right for those who can handle the psychic overload. It’s like trying to carry a full garbage can on your back over a rushing river of piss.’
‘Oh, it’s not that bad!’
‘Love is a form of prejudice. I have too many other prejudices.'”



“‘Buy me a drink,’ I asked her.
She nodded to the barkeep. He came over.
‘Vodka-7 for the gentleman.’
‘Thanks…’
‘Babette.’
‘Thanks, Babette. My name’s Henry Chinaski, alcoholic writer.’
‘Never heard of you.’
‘Likewise.’
‘I run a shop near the beach. Trinkets and crap, mostly crap.’
‘We’re even. I write a lot of crap.'”



“‘You don’t want to get too bombed,’ said Joe. ‘You really start slurring your word.”They don’t give a damn. They just want me on the cross.’
‘$500 for an hour’s work?’ asked Dudley. ‘You call that a cross?’
‘Yeah.’
‘You’re some Christ!'”



“‘What do you think of women?’ she asked.
‘I’m not a thinker. Every woman is different. Basically they seem to be a combination of the best and the worst – both magic and terrible. I’m glad that they exist, however.'”
“‘I write fiction.’
‘What’s fiction?’
‘Fiction is an improvement on life.'”



“I kept mixing drinks and soon we ran out. I phoned the liquor store. ‘I want…’
‘Wait, my friend,’ he said, ‘we don’t start making home deliveries until 6 pm.’
‘Really? I push $200 a month down your throat…’
‘Who is this?’
‘Chinaski.’
‘Oh, Chinaski…What is it you wanted?’
I told the man. Then, ‘You know how to get here?’
‘Oh, yes.'”



“It was a Mexican place in a snide hippie district of Hermosa Beach. Bland, indifferent types. Death on the shore. Just phase out, breathe in, wear sandals and pretend it’s a fine world.”



“Women: I liked the colors of their clothing; the way they walked; the cruelty in some faces; now and then the almost pure beauty in another face, totally and enchantingly female. They had it over us: they planned much better and were better organized. While men were watching professional football or drinking beer or bowling, they, the women, were thinking about us, concentrating, studying, deciding – whether to accept us, discard us, exchange us, kill us or whether simply to leave us. In the end it hardly mattered; no matter what they did, we ended up lonely and insane.”



“When I was young I was depressed all the time. But suicide no longer seemed a possibility in my life. At my age there was very little left to kill. It was good to be old, no matter what they said. It was reasonable that a man had to be at least 50 years old before he could write with anything like clarity. The more rivers you crossed, the more you knew about rivers – that is, if you survived the white water and the hidden rocks. It could be a rough cob, sometimes.”



“People owed each other certain loyalties even if they weren’t married. In a way, the trust should run deeper because it wasn’t sanctified by the law.”



“The only time a man needed a lot of women was when none of them were any good.”


l'inizio...

Avevo cinquant'anni e non andavo a letto con una donna da quattro. Non avevo amiche. Guardavo le donne per strada o dovunque le vedessi , ma le guardavo senza desiderio e con un senso di inutilità. Mi masturbavo regolarmente, ma l'idea di avere rapporti con una donna - anche non sessuali - era una cosa che non riuscivo nemmeno a immaginare. Avevo una figlia di sei anni nata illegittima. Viveva con la madre e io pagavo per il suo mantenimento. Ero stato sposato parecchi anni prima, quando ne avevo trentacinque. Quel matrimonio era durato due anni e mezzo. Mia moglie aveva chiesto il divorzio. Ero stato innamorato una volta sola. Lei era morta di alcoolismo acuto. Era morta a quarantotto anni quando io ne avevo trentotto. Mia moglie aveva dodici ani meno di me. Credo che anche lei sia morta, ma non sono sicuro. Mi ha scritto lunghe lettere a Natale per sei anni dopo il divorzio.
Non le ho mai risposto…

Non ricordo bene quando vidi Lydia Vance per la prima volta. Era circa 6 anni fa e avevo appena lasciato un lavoro alle poste durato dodici anni e stavo cercando di fare lo scrittore. Ero terrorizzato e bevevo più che mai. Stavo cercando di scrivere il mio primo romanzo. Bevevo una pinta di whiskey e due confezioni da sei di birra tutte le sere mentre scrivevo. Fumavo sigari a buon mercato e battevo a macchina e bevevo e ascoltavo musica classica alla radio fino all'alba. Dovevo scrivere dieci pagine tutte le sere ma non sapevo mai quante pagine avevo scritto fino al giorno dopo. Mi alzavo la mattina, vomitavo, poi andavo in soggiorno per vedere quante pagine c'erano sul divano. Erano sempre più di dieci. Qualche volta erano 17,18,23,25. Naturalmente il lavoro di ogni sera doveva essere ripulito o buttato via. Mi ci vollero ventun notti per scrivere il mio primo romanzo.
I proprietari della casa in cui vivevo, che stavano nel retro, pensavano che fossi pazzo. Tutte le mattine quando mi svegliavo c'era un grosso sacchetto di carta marrone sulla veranda. Il contenuto variava, ma di solito nel sacchetto c'erano pomodori, ravanelli, arance, porri, scatole di minestra, cipolle rosse. Una sera sì e una no bevevo birra con loro fino alle 4 o alle 5 di mattina. Il vecchio partiva subito e io e la vecchia ci tenevamo per mano e ogni tanto le davo un bacio. Le davo sempre un bel bacione sulla porta. Era piena di rughe ma non era colpa sua. Era cattolica e la domenica mattina, quando si metteva il cappello rosa per andare in chiesa , era carina.


Credo di aver conosciuto Lydia Vance al mio primo reading di poesie. Era in una libreria di Kenmore Ave., The Drawbridge. Ero terrorizzato come al solito. Mi sentivo superiore, ma ero terrorizzato. Quando arrivai c'era posto solo in piedi. Peter, che mandava avanti il negozio e viveva con una ragazza nera, aveva un bel mucchietto di soldi sul banco. "Merda", mi disse,"se riuscissi sempre a fare un pieno così avrei abbastanza soldi per un altro viaggio in India". Entrai e cominciarono ad applaudire. Per quanto riguardava i reading di poesie, stavo per sfondare.
Lessi per 30 minuti poi feci un intervallo. Ero ancora sobrio e sentivo gli occhi fissi su di me nell'oscurità. Qualcuno si avvicinò e mi disse qualcosa. Poi dopo un attimo di calma arrivò Lydia Vnce. Ero seduto a un tavolo e bevevo birra. Lei appoggiò le mani a un bordo del tavolo, si chinò e mi guardò. Aveva i capelli scuri e lunghi,abbastanza lunghi, il naso prominente e un occhio che andava un po' per conto suo. Ma irradiava vitalità…la sua presenza si sentiva. Sentivo le vibrazioni che passavano tra di noi. Alcune erano vibrazioni confuse e non buone ma c'erano. Mi guardò e lei mi restituì lo sguardo. Lydia Vance indossava una giacchetta di pelle da cowgirl con una frangia intorno al collo. Aveva un bel seno. Le dissi:" Mi piacerebbe strapparti via quella frangia…potremmo cominciare da lì!". Lydia se ne andò. Non aveva funzionato. Non sapevo ami cosa dire alle signore. Ma aveva un bel didietro. Guardai quel bel didietro mentre lei si allontanava. I bluejeans lo fasciavano e io continuai a guardarlo mentre lei si allontanava.
Finii la seconda metà del reading e dimenticai Lydia proprio come dimenticavo le donne che incontravo per strada. Presi i miei soldi, firmai qualche tovagliolo, qualche pezzo di carta, poi me ne andai e tornai a casa in macchina.
Lavoravo ancora tutte le sere al mio primo romanzo. Non cominciavo a scrivere mai prima delle 6.18 di sera. Era l'ora in cui di solito timbravo il cartellino al Terminal Annex Post Office. Erano le 6 di sera quando arrivarono: Peter e Lydia Vance. Aprii la porta. Peter disse: "Ehi, Henry, guarda cosa ti ho portato!".
Lydia saltò sul tavolino. Aveva un paio di bluejeans più attillati che mai. Buttava i lunghi capelli scuri da una parte e dall'altra. Era pazza; era un miracolo. Per la prima volta presi veramente in considerazione la possibilità di far l'amore con lei. Cominciò a recitare poesie. Sue. Erano pessime. Peter cercò di farla smettere: "No! No! Niente poesie con la rima a casa di Henry Chinaski!".
"Lascia fare, Peter!".
Volevo guardarle il culo. Camminava avanti e indietro su quel vecchi tavolino. Poi si mise a ballare. Agitava le braccia. Le poesie erano terribili, il corpo e la follia no.
Lydia saltò giù.
"Che cosa ne dici, Henry?".
"Di che?".
"Delle mie poesie".
"Non sono un granchè".
Lydia restò in piedi con i fogli delle poesie in mano. Peter la afferrò.
"Scopiamo!", le disse "Dai, scopiamo!".
Lei lo spinse via
"Va bene ", disse Peter. "Allora me ne vado!".
"Vattene pure. Ho la macchina", disse Lydia. "Posso tornare a casa da sola".
Peter corse alla porta. Si fermo e si voltò. "Va bene, Chinaski! Non dimenticare che cosa ti ho portato!".
Sbattè la porta e sparì. Lydia si sedette sul divano, vicino alla porta. Io ero seduto a una trentina ci centimetri da lei. La guardai. Era meravigliosa. Avevo paura, tesi la mano e toccai quei lunghi capelli. Erano capelli magici. Ritirai la mano. "Sono veramente tutti tuoi quei capelli?", le chiesi. Sapevo che lo erano. "Si", disse lei, "sono miei". Le misi una mano sotto il mento e tentai molto goffamente di farle voltare la testa verso di me. Non ero mai a mio agio in situazioni del genere. Le diedi un bacio leggero.
Lydia saltò su. "Devo andare. La baby sitter costa".
"Senti", dissi, "non andare. La pago io la baby sitter. Resta ancora un po'".
"No, non posso", disse lei. "Devo andare".
Andò alla porta. La seguii. Aprì la porta. Poi si voltò. Ci provai un'ultima volta. Lei alzò la faccia e mi diede un bacio leggerissimo. Poi si scostò e mi mise in mano un po' di fogli scritti a macchina. La porta si chiuse. Mi sedetti sul divano coi fogli in mano e ascoltai il rumore della macchina che si metteva in moto.

Le poesie erano cucite insieme, ciclostilate e intitolate LEIIII. Ne lessi qualcuna. Erano interessanti, piene di umorismo e sessualità, ma scritte male. Erano di Lydia e delle sue tre sorelle… tutte così allegre e coraggiose e sexy. Sbadigliai. Buttai via i fogli e aprii la mia pinta di whiskey. Fuori era buio. La radio trasmetteva per lo più Mozart e Brahms e il Bee.





***

frammenti...

[…] Presi la bottiglia ed andai in camera mia.
Mi spogliai tenni le mutande ed andai a letto: era un gran casino.
La gente si aggrappa ciecamente a tutto quello che trova : comunismo, macrobiotica, z, surf, ballo, ipnotismo, terapie di gruppo, orge, ciclismo, erbe aromatiche, cattolicesimo, sollevamento pesi, viaggi, solitudine, dieta vegetariana, India, pittura scrittura, scrittura, scultura, composizione, campeggio, yoga, scopare, gioco d'azzardo, alcool, ozio, gelato di yogurt, Beethoven, Bach, Buddha, Cristo, succo di carota, suicidio, vestiti, aerei, NYC, e poi tutte queste cose sfumano e non resta niente.
la gente deve trovare qualcosa da fare mentre aspetta di morire. Era bello avere una scelta: io l'avevo fatta da un pezzo la mia scelta.
Alzai la bottiglia di vodka e la bevvi liscia.
I russi sapevano il fatti loro.



[…] l'umanità mi sta sul cazzo da sempre - ecco il mio motto.





***

la fine...

Quando arrivai a casa telefonai di nuovo a Sara.
"come va ?". le chiesi.
"E' un po' fiacca, oggi".
"Allora vieni stasera?".
"Ti ho già detto di sì,no?".
"Ho dell'ottimo vino bianco. Come ai vecchi tempi".
"Hai intenzione di rivedere Tanya?".
"No".
"Non cominciare a bere fino a quando arrivo io ".
"Va ben".
"Devo andare…E' entrato un cliente".
"Bene. Ci vediamo stasera".
Sara era una brava ragazza. Dovevo cercare di darmi una regolata anch'io. Se un uomo aveva bisogno di un mucchio di donne voleva dire che non ne aveva nessuna degna di questo nome. Si poteva perdere l'identità , scopando con tutte come facevo io. Sara si meritava un trattamento molto migliore di quello che le riservavo. Adesso toccava a me. Mi sdraiai sul letto e mi addormentai quasi subito.
Fui svegliato dallo squillo del telefono ."Sì?",dissi.
"Sei Henry Chinaski?".
"Si "
Quando arrivai a casa telefonai di nuovo a Sara.
"come va ?". le chiesi.
"E' un po' fiacca, oggi".
"Allora vieni stasera?".
"Ti ho già detto di sì,no?".
"Ho dell'ottimo vino bianco. Come ai vecchi tempi".
"Hai intenzione di rivedere Tanya?".
"No".
"Non cominciare a bere fino a quando arrivo io ".
"Va ben".
"Devo andare…E' entrato un cliente".
"Bene. Ci vediamo stasera".
 Sara era una brava ragazza. Dovevo cercare di darmi una regolata anch'io. Se un uomo aveva bisogno di un mucchio di donne voleva dire che non ne aveva nessuna degna di questo nome. Si poteva perdere l'identità , scopando con tutte come facevo io. Sara si meritava un trattamento molto migliore di quello che le riservavo. Adesso toccava a me. Mi sdraiai sul letto e mi addormentai quasi subito.
Fui svegliato dallo squillo del telefono ."Sì?",dissi.
"Sei Henry Chinaski?".
" Si ".
" Ho sempre adorato i tuoi libri . Credo che non ci sia miglior scrittore al mondo ".
Aveva la voce giovane e sexy.
" Ho scritto qualcosa di buono, si".
"Lo so. Lo so. E hai avuto davvero tutte quelle storie con tutte quelle donne?".
"Si".
"Senti, anch'io sono una scrittrice. Sto a L.A. e mi piacerebbe conoscerti. Potrei venirti trovare e farti leggere le mie poesie".
"Non sono mica un editore o un redattore".
"Lo so. Senti, ho 19 anni. Voglio solo venirti a trovare, va bene?".
"Stasera non posso".
"Oh, qualunque sera andrà bene".
"No, niente da fare".
"Sei davvero Henry Chinaski, lo scrittore?".
"Certo".
"Io sono molto carina".
"Ne sono sicuro".
"Mi chiamo Rochelle".
"Addio, Rochelle".
Riappesi. Ce l'avevo fatta… per una volta.
Andai in cucina, aprii una boccetta di vitamina E, 400 unità ciascuna, e ne buttai giù parecchie con un bicchiere di Terrier. Sarebbe stata una buona per Chinaski. Il sole filtrava obliquo dalle veneziane, disegnando le solite forme sul tappeto, e il vino bianco era al fresco in frigorifero.
Aprii la porta e uscii sulla veranda. C'era uno strano gatto, là fuori. Era enorme, un maschio, col pelo nero, lucido, e gli occhi gialli luminosi. Non aveva paura di me. Si avvicinò, cominciò a strusciarsi contro una delle mie gambe e a fare le fusa. Io ero un brav'uomo e lui lo sapeva. Gli animali sapevano sempre cose del genere. Avevano una specie di istinto. Tornai dentro e lui mi seguì.
Gli aprii una scatoletta di tonno Star-Kist. Della miglior qualità. Peso netto 200 grammi.
 
 C'est ça le problème avec la gnôle, songeai-je en me servant un verre. S'il se passe un truc moche, on boit pour essayer d'oublier; s'il se passe un truc chouette, on boit pour le fêter, et s'il ne se passe rien, on boit pour qu'il se passe quelque chose.  

Les gens s'accrochaient aveuglément à la première bouée de sauvetage venue : le communisme, la diététique, le zen, le surf, la danse classique, l'hypnotisme, la dynamique de groupe, les orgies, le vélo, l'herbe, le catholicisme, les haltères, les voyages, le retrait intérieur, la cuisine végétarienne, l'Inde, la peinture, l'écriture, la sculpture, la musique, la profession de chef d'orchestre, les balades sac à dos, le yoga, la copulation, le jeu, l'alcool, zoner, les yaourts surgelés, Beethoven, Bach, Bouddha, le Christ, le H, le jus de carotte, le suicide, les costumes sur mesure, les voyages en avion, New York City, et soudain, tout se cassait la gueule, tout partait en fumée. Il fallait bien que les gens trouvent quelque chose à faire en attendant de mourir. Pour ma part, je trouvais plutôt sympa qu'on ait le choix. 

En beaucoup de domaines, j'étais un sentimental :
des chaussures de femmes sous le lit ; une épingle à cheveux abandonnée sur la commode ; leur façon de dire : "Je vais faire pipi..." les rubans qu'elles mettent dans leurs cheveux ; descendre le boulevard avec elles, à une heure et demi de l'après-midi, deux personnes marchant ensemble, simplement ; les longues nuits de beuverie, de tabagie, de discussions ; les scènes ; penser au suicide ; partager un repas en se sentant bien ; les plaisanteries ; les rires absurdes ; sentir les miracles dans l'air ; ensemble dans une voiture en stationnement ; comparer les amours d'antan à trois heures du matin ; s'entendre dire qu'on ronfle, écouter ronfler ; les mères ; les filles ; les fils ; les chats ; les chiens ; parfois la mort, le divorce, mais toujours continuer, s'accrocher ; lire seul le journal dans une buvette et sentir une nausée te retourner l'estomac, parce que maintenant elle est mariée avec un dentiste ayant un Q.I de 95 ; les courses de chevaux, les parcs, les pique-niques dans les parcs ; même la prison ; ses amis sinistres, tes amis sinistres ; ton goût pour la gnôle, son goût pour la danse ; ta drague, sa drague ; ses pilules, tes baises en douce, et elle qui fait pareil ; dormir ensemble..."
 
(...) l'amour arrivait comme un coup de poing et très rarement. Le plus souvent pour les mauvaises raisons. Simplement, les gens se fatiguent de refouler leur amour et un beau jour ça sort parce que ça a besoin d'aller quelque part. Ensuite, d'habitude, commencent les ennuis. 

[...] Les écrivains posent un problème. Si ce qu'un écrivain écrit est publié et se vend comme des petits pains, l'écrivain se dit qu'il est génial. Si ce qu'un écrivain écrit est publié et se vend moyennement, l'écrivain se dit qu'il est génial. Si ce qu'un écrivain écrit est publié et se vend très mal, l'écrivain se dit qu'il est génial. En fait la vérité est qu'il y a très peu de génie. 

 No! no! Niente poesie con la rima a casa di Henri Chinasky!

Le poesie erano terribili, il corpo e la follia no.

Be' penso che sia una follia che uno che scrive bene come te non capisca niente di donne.

All'improvviso disse: <Tira via quella mano. La passera è mia!>.

Perché ha voluto diventare scrittore?
Un altra domanda per favore.

Tu non capisci. Diventerò famosa. Ho più potenziale di te!>
<Il potenziale> dissi <non è niente. Devi darti da fare. Anche i neonati hanno più potenziale di me.>

Eppure continuavo a pensare a Lydia. I momenti più belli della nostra storia erano un topo che mi rodeva lo stomaco.

<È ricco, anche> disse Lydia.
<E scrive delle belle poesie> dissi io.

Qualche volta capitava di trovare un brav'uomo anche all'inferno.

Anche a me piaceva scopare ma non ne facevo una religione. C'erano troppi lati ridicoli e tragici, nelle scopate.

Era stata una bella scopata e anche la cena fu eccellente.

<Non c'è niente che possa impedirmi di scrivere. È una forma di pazzia>.

Agli incontri di boxe e negli ippodromi c'è da imparare, per uno scrittore. Il messaggio non era chiaro ma a me serviva. Ecco la cosa importante: il messaggio non era chiaro.

<Non ho più scritto niente. Credo di essere finito>.
<Da quanto tempo non scrivi?>.
<Sei o sette giorni.

Se succede qualcosa di brutto si beve per dimenticare; se succede qualcosa di bello si beve per festeggiare; e se non succede niente si beve per far succedere qualcosa.

Di solito la gente era molto meglio per lettera che nella realtà. Un po' come i poeti, in questo senso.

< Che cosa pensi delle donne?>, mi chiese.
<Non sono abituato a pensare. Le donne sono tutte diverse. Fondamentalmente sono una combinazione di quanto c'è di meglio al mondo... magiche e terribili. Sono contento che esistano, comunque>

Ecco come andavano le cose. Più si conosceva una persona più stranezze saltavano fuori. Qualche volta si tratta va di stranezze divertenti... da principio.

Continuavamo a scopare ma non era più eccitante. Mi sembrava di essere sposato.

Dopotutto era proprio come diceva Lydia: <se vuoi bere, bevi; se vuoi scopare, lascia perdere la bottiglia>.
Il problema era che io volevo tutt'e due le cose.

<Il guaio è che non ho fantasia>.
<E fai lo scrittore?>.
<Scrivo. Ma per lo più faccio fotografie>.
<Ho l'impressione che ti scopi le donne solo per scrivere che te le sei scopate>.
<Può darsi>.

<Sono semplicemente un alcolizzato che ha deciso di fare lo scrittore per poter restare a letto tutti i giorni fino a mezzogiorno>.

<Umanità, mi stai sul cazzo da sempre>.

Dovevo assaggiarle, le donne, per conoscerle davvero.

Ma il suicidio ormai non mi sembrava più possibile. Alla mia età restava ben poco da ammazzare.

L'amore era roba da chitarristi, cattolici e appassionati di scacchi. Quelle puttana con le scarpe rosse e le calze lunghe... si meritava quello che le avrei dato.
Cominciai a bere. Le stelle mi erano contrarie semplicemente.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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